Descubro este interesante video en YouTube.
Aunque esté en inglés, creo que merece la pena verlo también para los que no entendéis el idioma.
En definitiva, se trata de una tarea que le han puesto a nuestra amiga: hacer un paseo de dos o tres horas con una persona que encuentre y a quien considere totalmente distinta de ella. Y, a partir de allí, que escriba qué ha aprendido y qué ha cambiado en ella antes y después de esa conversación.
Me parece que se acerca a un ejercicio de supervisión terapéutica: si las personas con las que nos relacionamos no nos hacen cambiar, entonces estamos fijados en un único punto de vista. Si no somos capaces de descubrir lo diferente en el otro y descubriéndolo abrirnos (terapeuta y cliente) a algo nuevo que quiere nacer, entonces nuestros procesos son estériles. Si no nos damos cuenta de que, a menudo, en la relación con el otro – que es distinto de mí mismo – hay algo que se nos pone entre medio (“what stands on the way”) y no nos permite entenderle tal y como es, entonces haremos del trabajo de terapia, coaching o consultoría un producto standard que no reconocerá la identidad y especificidad de la persona o grupo que tenemos delante.
Qué interesante me parece esto que cuentas Guillermo. El vídeo no tiene desperdicio pero es que además tienes toda la razón, para la terapia y para la vida. Que todos aquellos que nos acompañan también hacen que nuestro yo cambie contínuamente.
Gracias por todo lo que compartís con nosotros 🙂