De pequeño preguntaba sin parar. De todo. Y a todos. Me decían que era un “cansalmas”. Ahora sigo haciéndolo y encima me pagan por ello. Como psicólogo tengo la suerte de poder acceder al mundo interno del otro. A una intimidad que a veces ni siquiera aquellos a los que escucho se atreven a susurrárselo a sí mismos. Estos días estoy recibiendo a muchos adolescentes angustiados por la decisión que tienen que tomar en breve y a jóvenes que han escogido sus estudios hace unos años.
Y es que es el momento de escoger la carrera o el grado superior, o no escoger ninguna de las dos… Te enfrentas a una decisión compleja, con muchas variables a tener en cuenta y quiero decirte algo que he aprendido. He aprendido que te puedes sentir menos. Que a veces sientes que vales menos que los demás. Y que a través del esfuerzo y las notas te puedes sentir más, al menos, momentáneamente. También he aprendido que puedes ir a buscar tu valía personal escogiendo una carrera “de élite” quizás porque sientas que vas a ser menos si eliges unos estudios que no provocan admiración social. Puede que utilices el siguiente argumento: “Si tengo un 9 de media, ¿por qué conformarme con esta carrera pudiendo hacer esta otra?” pero, ¿de verdad quieres que este criterio regule tu vida?
A los adultos les parece que está bien escoger esa carrera porque así encontrarás trabajo, y qué narices, puede que así sea. Pero muchas veces no va de eso el asunto. Los estudios pueden ser como un vestido caro y precioso que es visto por ti y también por los demás. Que muestran y te muestran que no eres menos, que tú sí que vales. O pueden resultar un traje cómodo y agradable con el que andar muchos años.
No tienes que demostrar nada a nadie. Eres maravilloso así como eres. Nada te hará más o menos. Nadie ni nada tiene ese poder si no se lo das. Tú decides.
Fermín Luquin