Cada uno de nuestros pensamientos, cada palabra y cada acto, constituyen una información que emitimos.
Masaru Emoto, científico japonés, demostró como el efecto de determinados sonidos, palabras, pensamientos y sentimientos alteran la estructura molecular del agua.
La técnica consiste en exponer el agua a distintos agentes, congelarla y después fotografiar los cristales que se forman con la congelación.
Las palabras emiten una vibración única a la cual el agua es sensible. Cuando al agua se le muestra una palabra, esta la recibe como una vibración y expresa el mensaje de una forma específica.
El agua expuesta a palabras “GRACIAS” y ”AMOR”, forman preciosos cristales geométricos, sin importar el idioma. Pero el agua expuesta a palabras degradantes da como resultado cristales deformes.
Todo lo que existe en este mundo vibra, por lo que la vibración es sinónimo de energía.
A través de la cristalización, el agua nos está diciendo que puede actuar como nuestro espejo, que puede reflejar el pensamiento humano. El agua tiene la capacidad de demostrarnos lo que no podemos ver.
Esa misma agua también fluye por nuestro cuerpo y nutre todo tipo de vida en la tierra.
Con éste experimento podemos aprender el poder que tienen las palabras y pensamientos. La vibración de buenas palabras tiene un efecto positivo en este mundo, por el contrario, la vibración de palabras negativas tiene el poder de destruir.
El agua nos demuestra el poder oculto de las palabras.
Las palabras son una expresión del alma.
Las palabras respiran VIDA.
Lucía Martínez