Queda en mí la compasión como un tiempo de encuentro,
de presencia, de sentirme sentida, aliviada, acompañada,
abrigada y sostenida.
Me siento compasiva cuando puedo ir a,
hacia,
con alguien
y quedo en el lugar entre ambos,
sin expectativa, sin prisa
y escucho “el ritmo”,
“la música” que sucede en el encuentro,
la única que suena.
Me siento compasiva cuando no hablo por tí
cuando miro viendo hacia dentro
y me quedo en lo que veo
sin interrumpir nada,
asistiendo a la quietud que se transforma;
cuando estoy sin mi arrogancia de salvarte
o de ser buena,
porque ESTAR es la mejor ayuda
y no ayudo si necesito ayudar,
porque entonces dejo de ESTAR, “idiota compasiva”.
Estoy en la compasión
cuando tengo el coraje de dejarme conmover por lo tuyo
cuando dejo que resuenes en mí
y me acerco y me activo para el hacer.
Me siento compasiva cuando sé
y puedo darte algo
y cuando estoy sin saber y
sostenemos la incertidumbre
que descansa, al sentirse habitada.
Estoy en la compasión en el dolor, en el daño,
en lo injusto,
en el vértigo, en la enfermedad,
en la confusión
y en lo más oscuro de la oscuridad.
Estoy en la compasión
cuando nuestro estar es un silencio
donde todo cabe y puede quedarse o soltarse e irse.
Y para empezar, quiero ser compasiva conmigo,
como inicio, como origen,
como siembra de supervivencia y de amor a mí misma
y a mi propio dolor.
Así sea.
Bellísimo. Emocionante. Poco más puede decirse. Ah, sí. GRACIAS
Gracias a ti Alberto.
Un abrazo.
Me ha encantado este poema, sincero, profundo y verdadero.
Un abrazo.
Muchas Gracias por tu mensaje Javier, recibido.
Buena tarde.
Precioso, inspirador.