“Y dijo una mujer: Háblanos del dolor.
Y él respondió: El dolor es la eclosión de la celda que encierra vuestro entendimiento. Así como el hueso del fruto debe quebrarse para que su corazón se exponga al sol, así debéis conocer el dolor.”
(El Profeta, Khalil Gibran)
Otra cosa muy distinta es el sufrimiento, que es el intento mental de excluir al dolor (dolor emocional)*.
De hecho esta sociedad en la que vivimos está caracterizada por un, digamos, más que aceptable nivel de sufrimiento.
No reparamos en gastos por librarnos de aquello que contiene nuestro entendimiento.
Psicólogos, psiquiatras y todo tipo de terapeutas coloristas somos reclamados en esta línea “líbreme usted de mi tristeza, mi angustia, mi ansiedad, mi pena, en definitiva: líbreme usted de mi dolor”.
Líbrenme ustedes de mi posibilidad de aprender, de comprender y oscurezcan la herramienta sagrada para mi avance.
Condénenlo a la sombra eterna, oculta. Devuélvanlo al Inconsciente.
Lo Inconsciente o aquello que nos hemos negado a mirar, como a tantas otras cosas del mundo físico, que no por ello dejan de existir y de ser parte, cuanto más excluida más potente, de nuestra vida.
Apartamos la mirada del dolor como parte visible de ese lugar oscuro donde habitan todo tipo de monstruos, vampiros o demonios que moran donde no llega la Luz que los destruiría: la Luz de la Consciencia.
Y las Constelaciones Familiares, ¿qué papel juegan en todo esto? ¿Quizá nos muestran lo inconsciente? ¿Nos permiten ver lo oculto que nos mueve, que nos lleva? ¿Nos apartan del dolor o nos acercan a él tanto como para atravesarlo, como a una nube, que oculta un nuevo paisaje?
Fernando Martínez
*Nota: emoción: del latín emotio- emotionis: movimiento!!!